
Todos buscamos nuestra propia identidad, ¿individual o colectiva?
Por definición la identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.
Quiero compartir algunas reflexiones que llevo observando en el acompañamiento en el Coaching de Identidad con personas con AMS (atracción al mismo sexo). Mi intención no es hacer de ellas verdades simplemente compartirlas y lo hago pensando en la PERSONA con sentimientos homosexuales, no en el colectivo homosexual.
La identidad individual reviste y da solidez a la persona.
Toda persona tarde o temprano siente la necesidad de encontrarse consigo misma, descubrir su verdadera identidad y obtener una respuesta clara y contundente a esta simple pregunta ¿Quién soy?
La persona que se considera homosexual o lesbiana también se hizo esta pregunta y posiblemente se la repita una y otra vez. Un día se miró y se sintió diferente a las personas de su mismo sexo, no ocurrió un día de repente, fue gradual, una suma de constataciones, sentimientos entremezclados, observaciones y dudas.
Sentirse diferente no está sujeto a la edad o al ambiente familiar, cultural o social. Está libre de parámetros como la riqueza, pobreza o belleza, ideas o creencias, sean estás tradicionales o liberales.
Inicialmente quienes se sienten diferentes pueden llegar a experimentan un rechazo a si mismos que les obliga a mantener en la más absoluta intimidad su identidad postiza, una identidad que no entienden.
¿Cómo se vive con una identidad postiza?
Dos rasgos característicos a los que se enfrenta: la soledad y la vergüenza de sí mismo. Quiero recalcar que la persona con AMS no deseada, no ha hecho nada para experimentar esta atracción, eso sí, se encuentra ante esta disyuntiva que debe saber sobrellevar:
- Por un lado puede manifestar al mundo exterior sus sentimientos en un estilo de vida característico, es decir adoptando un estilo de vida gay, lo que conocemos por «salir del armario».
- También puede vivir tratando de gestionar una doble vida ya sea en el matrimonio, en la entrega total a Dios o como elija vivirla. Dos realidades, dos mundos, uno exterior y otro interior sin conexión entre ellos.
- Pero hay otra opción, por muchos rechazada y para otros desconocida, es la terapia de cambio.
El Coaching de Identidad no pretende otra cosa que servir de ayudar a la persona con AMS a encontrar su verdadera identidad y consolidarla desde una sólida afectividad.
Necesidad de pertenencia
Todos necesitamos sentirnos aceptados y valorados, es algo normal y legítimo. La persona con sentimientos homosexuales ya sea deseados o no deseados, necesita sentirse parte de algo y vinculado con otros que sientan lo mismo.
Observo un factor común en las personas con AMS, la exquisita sensibilidad que tienen por temperamento. Este rasgo les hace percibir con más intensidad ese sentimiento de no encajar. No me refiero al rechazo que proviene del exterior que DESGRACIADAMENTE es real en muchos casos, me refiero al rechazo hacia sí mismos que algunos pueden experimentar.
En el proceso de Coaching hago mucho hincapié en aprender a quererse y a mirarse desde otra perspectiva más objetiva, no buscando fuera lo que ya tienen dentro.
Es hora de que hagamos la distinción entre homosexualidad individual y homosexualidad colectiva
Mirar a la persona homosexual en su individualidad. Corremos el riesgo de despersonalizar, etiquetar y meter en un colectivo generalista.
Ya es hora de deshacer y limpiar ciertas actitudes raquíticas, sesgadas y buscar la identidad de cada uno como individuo que es. Centrarnos en la persona, no en “las personas” como parte de un colectivo. Quizás es por esto por lo que hay falta de entendimiento, comprensión e incluso rechazo al homosexual.
Distinguir conceptos: individuo y colectivo.
El individuo tiene rostro, nombre y busca identidad,
El colectivo tiene nombres sin rostro, una identidad postiza que hoy es y mañana quizás ya no. El individuo se representa en sí mismo, el colectivo representa ideas, conceptos, derechos (no sé si deberes… creo que no). No siempre es capaz de representar la voz de todos sus miembros por lo que a menudo muchos quedan en el anonimato.
¿Hay algo más triste y patético que pertenecer a un colectivo y no sentirse representado?
El individuo toma sus propias responsabilidades. Si forma parte de un colectivo fácilmente quedas exento de ellas, ya tiene representantes que anulan el rostro, nombre, identidad y responsabilidad.
Estamos configurando una sociedad quebrada donde el individuo está mudo, vacío, necesitado de ser representado por un colectivo que marque tendencia, implante su moda y estilo de vida, a costa de un precio alto; la identidad de la persona queda diluida.