
MARIA es una mujer homosexual convencida y que quiere continuar viviendo como homosexual. Hoy comparte con nosotros su reflexión personal como resultado del proceso de Coaching con Elena Lorenzo.
Escribo este testimonio para contar mi experiencia del último año y medio en el que he estado acudiendo a sesiones de coaching con Elena. Y no quiero compartir todo esto por el contenido en sí de mi historia, que eso no tiene por qué importarle a nadie, sino por cómo se ha desarrollado y cómo creo que puede invitar a la reflexión.
Acudí a Elena porque ya no podía más. Estaba cansada de no ser feliz, de no sentirme a gusto ni en paz conmigo misma. Todo lo que más quería y más me importaba en mi vida -mi pareja, mis padres y mi trabajo- o lo había perdido o era un conflicto continuo. Pensaba que cómo podía haber tomado decisiones tan malas en mi vida para estar en semejante situación, pero la verdad era otra.
Pessoa lo describe a la perfección: ‘Llevo encima todas las heridas de las batallas que he evitado’.
Cuando las relaciones con los demás no van bien, y sobre todo con las personas que más queremos, principalmente es porque la relación con nosotros mismos no la hemos cuidado lo suficiente. No hemos sido lo suficientemente responsables para ser honestos con nosotros mismos y por tanto es imposible que seamos honestos con los demás.
No es una tarea fácil atreverse a mirarnos cómo somos realmente, a descubrir todas las contradicciones, miedos y miserias que forman parte de quiénes somos. Requiere madurez y autocrítica. Por eso estoy tan agradecida a cómo Elena supo encontrar y transmitirme a través del coaching las herramientas adecuadas para que yo pudiera alcanzar los objetivos que me había marcado cuando acudí a ella. Y lo increíble es que esto sucedió incluso teniendo opiniones diametralmente opuestas.
Yo siempre me he considerado yo, por encima de homosexual, lesbiana, gay o cualquier otra denominación que sea utilizada para reducir mi identidad sólo a algo que pertenece a mi intimidad. Nunca me ha resultado un conflicto interno el que me sintiera atraída por mujeres, pero no creo que eso me tenga que definir exclusivamente. Al menos así lo vivo yo. He intentado, llegado el momento, ser honesta y abierta sobre esta parte de mí con la gente que está a mi alrededor y que me importa, a pesar de los conflictos que se pudieran originar. Y ha sido así porque siempre lo he sentido, y lo siento, como algo natural en mí. Elena no piensa que eso sea así (al igual que mis padres y otra mucha gente), pero eso nunca fue un problema, ya que Elena siempre respeta la libertad de la persona.
Por eso quiero compartir mi experiencia de cómo estando en posiciones tan contrapuestas, se puede trabajar conjuntamente, se puede llegar a un entendimiento mejor de uno mismo y del otro, al diálogo abierto sin pre-juicios y sobre todo sin miedos. Y todo sin perder uno mismo su identidad, porque al final todo radica en el respeto mutuo y en la voluntad firme de querer comprender al otro. Además en el caso de Elena, ella pone su rigor y honestísima profesionalidad de querer ayudar a los que acudimos a ella.
Puedo decir ahora que disfruto de la vida, algo que hace año y medio no me permitía hacer. Y lo he conseguido porque he asumido mis responsabilidades y he hecho frente a mis inseguridades. Y no puedo más que estar por siempre agradecida a Elena por haberme guiado y acompañado para conseguirlo.
María