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Quiero compartir algunas reflexiones sobre este arma silenciosa y venenosa que avanza a pasos agigantados y va engullendo a muchas víctimas, entre ellas nuestros adolescentes y jóvenes.
Cada vez son más los que tocan a mi puerta buscando ayuda porque quieren escapar de la pornografía. Han intentado por si mismos dejarlo una y otra vez y no han podido, están atrapados en una adicción. Sienten como si hubiesen pisado en tierras movedizas y aunque intentan escapar, se hunden cada vez más.
Lo triste es que cada vez son más jóvenes quienes desarrollan esta adicción. ¡Está tan al alcance de su mano!
Más sencillo no puede ser…el teléfono lo llevan en el bolsillo, la tableta en la mochila, el pc está en la habitación o cuarto de estudio…, ¡una conexión a internet y… tienen toda la pornografía del mundo a su alcance!
Como decía el Dr. Jeffrey Satinover de la Universidad de Princeton al describir el efecto de la pornografía a un comité del Senado estadounidense:
“Es como si hubiésemos ideado un tipo de heroína 100 veces más poderosa que antes, que se puede utilizar en la intimidad de su propia casa y se inyecta directamente al cerebro a través de los ojos”.
No voy a entrar a hacer valoraciones científicas ni morales porque no es mi campo, lo que sí quiero resaltar es el daño que está provocando esta adicción en la persona, este es de tal magnitud que debemos conocer un poco más sobre ello.
Lo que me ha abierto los ojos es tropezar muy a menudo con el mismo patrón de comportamiento. Los comportamientos se dan por unas causas muy concretas, lo importante es identificarlas y ayudar a la persona a realizar los cambios de hábitos que esto requiera.
¿Por qué comparar pornografía con droga?
Aunque sea de forma “rudimentaria” veamos por qué tienen los mismos efectos en nuestro cerebro. Sabemos que el cerebro está dotado de una gran plasticidad (neuro-plasticidad). Una neurona es una célula cerebral, cuando dos de ellas se disparan al mismo tiempo porque ven, escuchan, huelen o sienten, estás se conectan entre si y se forma una conexión neuronal. Por ejemplo, relacionar el olor del mar y disfrutar de un paseo en la playa. Si has hecho esta conexión, cuando te llega la brisa marina inmediatamente sabes que será agradable y placentero un paseo por la playa. Tu cerebro liberará dopamina, una sustancia química que te hace sentir bien. Pues bien, nuestro cerebro está lleno de conexiones de este tipo.
Al igual que otras sustancias adictivas, la pornografía inunda el cerebro con dopamina. Nuestro cerebro quedará abrumado ante tanta dopamina y tratará de protegerse ante tal sobrecarga, consecuentemente eliminará algunos receptores químicos, como si hicieran la función de inhibidores. Con menos receptores, el cerebro percibe que tiene poca dopamina y tolerará más…la consecuencia será un mayor impulso hacia la pornografía y esto lo reclama el cerebro ya “hackeado”. A partir de aquí entramos en una espiral difícil de parar porque la versión nueva de la pornografía gracias a internet es disponibilidad sin límites, contamos con un sinfín de variedades. Cuando la dopamina empieza a desvanecerse, el individuo buscará más y más, manteniendo sus niveles dopamina elevados durante horas.
Algún adulto tiende a quitarle importancia: “Bueno, ¿quién no ha visto algo de porno cuando era joven?” La curiosidad que este adulto experimentó en un momento echando un ojo a una revista a escondidas movido por la curiosidad, no tiene nada que ver con la situación que quizás está viviendo su hijo que pasa horas cada día en internet sin él ni siquiera sospecharlo…
Internet ha conseguido que la industria de la pornografía sea una amenaza para el individuo.
Tenemos la idea de que la persona adicta a la pornografía o “enganchada” a estos contenidos son personas ajenas a nuestro círculo familiar y de amistad, personas quizás carentes de valores, de creencias o quizás algo “oscuras”. En muchos casos estos son juicios que están muy lejos de la realidad. La pornografía puede entrar en nuestra vida a través de cientos de miles de imágenes, fotos, videos que están en constante movimiento en la red, los encuentras en cantidad de programas y aplicaciones y como todo, dependerá del uso que se haga de ello.
La pornografía es un tipo de droga que no tiene coste, pero se paga muy caro.
A simple vista parece que no hay coste alguno, pero el sufrimiento que viven…no tiene precio.
Hay algunos factores que pueden sufrir un deterioro en la persona y en las personas que forman parte de su ambiente más cercano:
- La pornografía se convierte en una huida, un paso aprendido hacia un «espacio» creado que sirve de evasión, un espacio donde no se enfrenta nada porque todo es una mentira y una ilusión que dura un rato. Un espacio que adormece la conciencia y te hace «sentir bien». La pornografía logra la desconexión con la realidad, pero de esto hablaré en otro momento porque pienso que merece la pena desgranarlo un poco más.
- La ansiedad y la depresión se convierten el alimento de la adicción, aunque a veces sean estas las causas mismas de la entrada a la pornografía.
La voluntad se debilita y a veces parece ser anulada. - La pornografía afecta al comportamiento y hace más difícil las relaciones personales, resquebraja el amor y la capacidad de donación.