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Sé que han pasado 4 meses desde la última página que escribí, pero ha sido un tiempo de mucho trabajo y de un no parar, aun así, tenía pendiente esta página, tanto para vosotros como para mí. Estas últimas semanas he estado releyendo las otras páginas que escribí y otras notas que tenía de todo el proceso en el que he estado sumergida en estos dos últimos años, y a veces no me creo hasta donde he llegado. Mi primera duda, lo primero que le pregunté a Elena fue:
¿De verdad se puede consolidar la propia identidad? y su respuesta fue: Sí. Entonces, yo no la creía, pero he podido experimentar en mi propia piel lo que se siente.
No es una cuestión de porcentajes, quiero decir, en términos de afectividad no puedo hablar sobre “es que antes era un 90% lesbiana, y un 10% heterosexual y ahora estoy en no sé qué otro porcentaje”. La vida no se puede medir así. Además de que la identidad no es un tema sexual, es el resultado de heridas profundas que hay que identificar y trabajar para que dejen de ser heridas. Sólo por volver a recordar algunas, yo no me sentía identificada con el sexo femenino, no tenía una buena relación con mis padres, sentía mucha envidia de otras mujeres, tenía un profundo sentimiento de inferioridad con respecto otras personas, tenía muchas inseguridades con respecto a los hombres, me obsesionaba con mis amigas, etc. Esto sólo por nombrar algunas de ellas. Ahora soy otra persona, he trabajado profundamente en todos estos aspectos.
También veo que no me he sentido sola en este proceso y sí, me sentía muy sola antes de darme cuenta de que hay otra solución que el “mundo gay” me estaba ofreciendo: “sal del armario”.
Muchos años de relaciones frustrantes, obsesivas, de vaivenes se han terminado. Me siento liberada, como si hubiese dejado un gran peso atrás.
Quería recalcar que no me he sentido sola porque encontré una Coach, en este caso Elena que me ha acompañado en todo momento y con la que me siento agradecida. También encontré una mujer con la que podía hablar tranquilamente y que ha sido mi mentora. Además, creo sinceramente que Dios siempre me lleva de su mano, y realmente creo que el día que encontré el blog de Elena fue una respuesta a mis oraciones.
Y ahora, ¿qué?, ¿qué va a pasar? Da un poco de vértigo entrar en este proceso, sí, y también da un poco de vértigo salir. De repente, en algún momento sí me he sentido como que me faltaba algo, no por el proceso de coaching en sí, más bien porque creo que yo tenía para ciertos tipos de pensamientos auto-destructivos y ciertos comportamientos. Es como si te acostumbrases a vivir con algo que no necesitas. Algo así como, llevar puestas unas gafas de sol, siendo de noche, no las necesitas y no te hace bien, pero te has acostumbrado a ellas. Esto mismo me pasaba cuando yo creía ser “lesbiana”. No fue de repente, esto lo he ido viendo y analizando a lo largo de mi proceso.
Me pasa a menudo ahora que, conozco a chicas con las que tengo mucha química (a nivel de amistad) y no hay pensamientos como antes del tipo: “debería acostarme con esta chica”, es entonces cuando me doy cuenta de que he cambiado… y sonrío.
Supongo que muchos os estáis preguntando cómo es ahora mi relación con los hombres. Reconozco que no ha sido fácil trabajar este aspecto. Necesitaba perdonarles, puede sonar presuntuoso por mi parte, lo que quiero decir es que necesitaba perdonar la imagen que tenía de ellos, necesitaba hacer las paces conmigo misma y en relación con ellos. Creo que los había sacado de mi vida, es verdad que tengo un hermano y que tenía amigos, pero los había llevado a otro plano de mi vida.
También pensaba que para acabar el proceso de coaching y dejar atrás mi AMS era necesario tener una relación con un chico. Tener un novio. Esa era mi mentira personal, porque si he solucionado mi tema de identidad ha sido para sentirme completa, y no emocionalmente dependiente de nadie más. Claro que me atraen los hombres y poco a poco me voy sintiendo más segura con ellos. Estoy abierta tener una relación con un hombre, cosa que antes me asustaba un poco.
Por ahora no hay nadie “especial” en mi vida. Supongo que yo al igual que el resto de las personas, pienso que para que una historia tenga final feliz necesita una historia de amor. Mi historia también es una historia de amor, aunque de momento no haya aparecido esa persona. Es una historia de amor porque si yo no hubiese aprendido a ver el amor que mis padres me tenían y tienen, si no hubiese encontrado a Elena, ni a mi mentora, ni hubiese aprendido a amarme bien a mí misma. Si hubiese huido del amor de Dios que siempre está presente, todo esto no tendría sentido y posiblemente no habría ocurrido.
Me gustaría terminar con una frase de Víctor E. Frankl: “al ser humano se le puede arrebatar todo salvo una cosa:la última de las libertades humanas–laelección de la actitud personalque debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.”
Cierro el cuaderno aquí, gracias por acompañarme, sé que muchos habéis rezado por mí, y os lo agradezco. Espero que la opción de iniciar este proceso de coaching de identidad se vea como una opción válida y respetable. Los que estamos aquí hemos decidido, libremente, optar por este camino.