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¿Cómo fue mi infancia?
Es una pregunta que llevo haciéndome tiempo y que durante los primeros meses de Coaching de Identidad tuve que profundizar mucho más. En estos años se encuentran muchas de las respuestas a mi atracción por el mismo sexo (AMS).
Cuando tenía 2 años más o menos, mi madre enfermó, pasó un periodo de tiempo entrando y saliendo del hospital. Por ese tiempo mi padre trabajaba mucho y se ausentaba de casa, mi madre estaba enferma y mi hermano mayor sólo tenía unos años más que yo así que, no podían cuidarme. Unos amigos de mis padres decidieron hacerse cargo de mí durante ese periodo hasta que mi madre mejorase.
La “enfermedad” de mi madre duró unos 9 meses y no era una enfermedad, estaba embarazada, un embarazo de riesgo bastante complicado. A mí nadie me explicó que mi madre se había quedado embarazada y que esperaba un bebé. Estuve un año fuera de mi casa y casi sin ver a mi familia…apenas vi a mi madre y siempre que la veía estaba cansada y no podía ni jugar conmigo, ni cogerme en brazos. Al único que veía más regularmente era a mi padre.
Cuando llegué a casa de nuevo me encontré que había un bebé nuevo, una niña de unos pocos meses de edad.
Sé que para mi madre esa situación fue dolorosa, pero yo no encajé bien la situación, pensé que mi madre no me quería, sinceramente me sentí abandonada por ella. Mi hermana pequeña ocupó mi lugar, todos estaba pendientes de ella. Yo sentía que había hecho algo malo y que por eso me habían “castigado” llevándome a vivir con otra familia. Me acuerdo que tenía unos celos enormes de mi hermana, casi enfermizos.
Como mi madre siempre estaba pendiente de mi hermana pequeña, yo pasaba mucho tiempo con mi padre y mi hermano mayor. Jugaba con ellos, hacía las cosas que hacían ellos, además de que mi padre me parecía más divertido y más atento conmigo.
Mi infancia transcurrió con los hombres de mi familia, con mis amigos del colegio y alejada totalmente del mundo femenino.
En ese tiempo pensaba que era mejor ser un niño y pensaba que yo era un niño dentro del cuerpo de una niña. Me volví loca con este pensamiento. Soñaba con despertar al día siguiente y ser un niño. Me cortaba el pelo como un niño, me vestía con la ropa de mi hermano mayor, etc.
Durante los años siguientes, tuve problemas en el colegio para encajar con el resto de niñas, me llamaban “marimacho” y además estaba un poco gordita, así que se reían de mí, de mi ropa, se burlaban de que estuviese siempre con otros niños. Fue bastante duro, y además no sabía a quién podía contárselo.
Pero hubo una niña de clase a la que le caí bien, era la “chica popular” de clase, ella me hizo un hueco. Yo suspiraba por ser como ella, parecerme a ella, además su madre siempre le acompañaba a todo. Admiraba a esa niña, de verdad que lo hacía. En algún momento entre los 11 o los 12 años empecé a erotizarla, no es que solo la admiraba, sino que soñaba con ella. Siempre que estaba con ella, quería abrazarla o darle la mano, tocarla. Me obsesionaba con que ella no contase conmigo para algo, que no me contase sus secretos, que no quisiera ser mi amiga o sentirme rechazada por ella.
Al final de mi niñez hubo otro elemento más que hizo que esta atracción hacia mujeres se desarrollase. Cuando yo tenía 12 años mi padre sufrió un derrame cerebral, un fallo neurológico. Su carácter cambió mucho, se volvió tremendamente agresivo. No sabíamos lo que le pasaba y fue un tiempo de mucho sufrimiento. Cuando estaba cansado se descontrolaba y en situaciones de estrés también. Para mí este episodio fue un golpe durísimo, estaba más unido a él que a mi madre, a partir de ahí, sentí que no podía confiar en los demás.
En resumen, no me vinculé a mi madre, la percibí como alguien débil a quien cuidar y que no estuvo presente en mis primeros años de vida. Me uní demasiado a mi padre, a mi hermano y a otros niños, por lo que deseé ser como ellos. En clase sufrí por sentirme diferente y mi autoestima fue dañada. Sumado a esto, tenía unos celos enormes de mi hermana pequeña y de cualquier otra niña que fuese “aparentemente” mejor que yo. Todo ello unido a un temperamento hipersensible.
En las próximas páginas hablaré de otras circunstancias que potenciaron la atracción hacia mujeres, de las consecuencias que tuvo esto en mi adolescencia y de cómo viví mis primeros años, creyendo que era una chica homosexual.