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Aún recuerdo el temor de ser descubierta teniendo Coaching con Elena. Todavía puedo visualizar las noches sin dormir porque no sabía, cómo iba a conseguir quedar con ella sin que lo supiese nadie. ¿Qué pensaría la gente, si supiera que tenía sentimientos homosexuales? mi familia, mis amigos… ¿Cómo me juzgaría la sociedad en la que vivo, por querer encontrar mi identidad perdida durante tantos años y no querer pertenecer al colectivo LGTB?
Hoy releía los primeros correos que le escribía a Elena y pensaba sobre qué escribir en esta sexta página de mi diario y qué decirte, tanto si acabas de empezar el proceso, como si llevas ya varios meses como yo, si tienes un amigo/a homosexual o un familiar con AMS. El proceso de Coaching funciona, pero hay que empezar de cero una nueva vida y sé que si antes del proceso te sentías roto/a en los próximos meses, hay que sacar todos los pedazos de nuestra anterior vida y comenzar a ver nuestra vida bajo otro ángulo, con otras gafas.
También quiero decirte que aguantar es más difícil que atacar lo que tengas que trabajar, es por ello, por lo que no me sentí perdida al empezar. Necesitaba concentrar toda la rabia y frustración que sentía en lo que iba haciendo semana tras semana, día tras día.
Lo primero fue conocer las causas, ver qué había provocado en mi la atracción hacia mujeres, si relees la página de mi infancia, verás que hablo de muchas de estas cosas. No me había vinculado bien con mi madre y, sentía que todas las mujeres eran débiles. Tuve que rellenar un test un poco tedioso sobre mi familia, empecé a descubrir qué mis padres tampoco habían tenido “los mejores” padres y que la causa de mi AMS, también tenía su origen en varias generaciones atrás. No fue divertido hacer ese test, pero parte de mi perdón hacia mi madre, empezó en ese momento.
Tuve que buscar cuál era el patrón de mi atracción. Curiosamente siempre me gustaba un “tipo” de mujer, con ciertas características físicas que coincidían en la mayoría de ellas. Todo lo que no veía en mí me atraía de ellas, todo lo que yo no era, me gustaba de otras mujeres, toda la feminidad que otras chicas tenían, a mí me obsesionaba. Tenía un gran problema de autoestima porque yo sentía que no tenía nada de valor, comparado con estas chicas y lo que no encontraba dentro de mí lo “mendigaba” en otras mujeres.
Lo más interesante fue descubrir cuál era el motivo que provocaba que yo hiciera “click” con estas personas; eran sus problemas. La atracción tarde o temprano se pasaba en mayor o menor medida, pero mi gran sufrimiento era manejar las obsesiones. Desayunar, comer, cenar, respirar, en cada momento estaba el pensamiento sobre una chica en concreto. Para que una atracción se convirtiese en obsesión, dicha mujer tenía que abrirme su corazón, tenía que contarme sus problemas, Estos podían ser muy variados, infidelidades, problemas familiares, económicos… pero, problemas más o menos graves. Mi “corazón” hacía mal el proceso de la empatía. Yo me convertía en la mejor amiga de esta mujer, conseguía “cautivarla” de una manera u otra, pero intentado ser perfecta para ella. No hablo de una relación sexual con ella. Me obsesionaba el contacto físico, que alguien me dijese; te quiero. Esto era un punto de gran sufrimiento para mí.
Además de todo esto la situación familiar que yo estaba viviendo empeoró. En mi familia las discusiones, los gritos y las peleas eran el pan de cada día. No sabía qué me iba a encontrar al llegar de trabajar y siempre evitaba estar en casa.
Mi manera de ser es la de poner a prueba a la gente, así que también lo hice con Elena, estaba casi segura que me iba a fallar, que no iba a aparecer a alguna sesión o que no iba a contestar algún correo. No me “falló” en ningún momento, fue “peor” que eso… Me llamaba para preguntarme que tal estaba con mi familia, quería estar al tanto de qué cosas me costaban, me consolaba en mis caídas. Veía a través de mí lo que yo no era capaz de ver.
Cometí varios errores, creí que podría manejar ciertas situaciones, así que seguí quedando con mujeres que me gustaban, teniendo problemas con la masturbación, manteniendo conversaciones subidas de tono, viendo películas que no me convenían, escuchando música demasiado romántica, saliendo de fiesta y emborrachándome de vez en cuando. Seguí teniendo esta vida caótica, al menos durante las primeras semanas del proceso. Aún me acuerdo lo que Elena me dijo, necesitaba poner fin a todas estas cosas, teníamos que ver ciertas actitudes y respetarlas. Debo aclarar que Elena no trabaja contigo si no te tomas en serio el proceso.
Tuve que retomar mi vida, adiós a las fiestas durante un tiempo, tomar distancia de ciertas chicas, no de todas, pero sí de algunas en concreto. Empezar a escribir un diario sobre qué era lo que me provocaba atracción, todo lo que no me hacía bien, lo iba desechando de mi vida.
Mi mayor campo de batalla fue mi propia mente, para mí soñar y tener fantasías con mujeres era una droga, me llevó varios meses desintoxicarme de eso. Tuve que empezar a hacer mucho más deporte, a cuidarme más en lo que comía y en mis horas de sueño. Dejar atrás todo lo que me provocaba algún tipo de estrés o ansiedad. Podría parecer fácil, pero esto al menos me llevo 3 meses, un trabajo diario que requiere perseverancia. Aún sigo luchando en esta área.
Creo que se le atribuye a Pablo Neruda esta frase: “Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero ser humano surge de las cenizas de su error”. Para mí esta frase resume en tres líneas lo que viví al principio del proceso.
En la siguiente página hablaré de cuánto tiempo me costó encontrar una mentora, de lo necesario que es esto y también hablaré de las dudas que he tenido en este camino.