Share This Article
Posiblemente, la palabra que más le haya dicho a Elena en las sesiones y en los correos, es una palabra que ella “odia” un poco y es; estoy revuelta. Ahora me saca una sonrisa el pensar en esto, pero antes no era así.
¿Qué quería decir con “estoy revuelta”?
Pues que estaba hecha un lío con mi vida, me gustaba alguna chica o no sabía manejarme en alguna situación. De esto precisamente te quiero hablar ahora.
Acuérdate de que ya llevaba varios meses en Coaching y bastante convencida de que estaba dando pasos pequeños, pero no por eso, la atracción había desaparecido del todo. Fueron unos meses interesantes y un poco dolorosos, pero muy constructivos.
Durante los primeros meses de Coaching me centré mucho en una chica, es una de mis mejores amigas. Es verdad que de vez en cuando me atraían otras también, pero yo tenía ojos para esta chica en concreto…era y es una chica fabulosa: divertida, muy atractiva físicamente, con unos valores que me encantaban y con una manera de ver la vida fascinante. Lo mejor de ella es su feminidad… la derrocha por todas partes. También tenía algún pequeño problema, con algún ex-novio y sí, efectivamente era heterosexual.
Créeme que estar centrada en una persona fue doloroso, pero el tiempo que no pasaba con ella, hizo que no fuese tan duro.
Te la describo así, porque tenía todo lo que a mí me atraía de una chica y hablo en pasado porque mis sentimientos no son lo que eran. Ella no vivía en la misma ciudad que yo, por lo que nos solíamos ver una vez al mes o cada dos meses más o menos. Todo lo que yo no me veía en mí o pensaba que yo no tenía, me atraía y me obsesionaba de ella.
Copio un fragmento de un correo que le envíe a Elena para que veas el dilema y lo “revuelta” que estaba:
«La otra cosa que te quería comentar es que es verdad que no he pensado en muchas chicas en los últimos meses, pero sí en una. Me cuesta diferenciar con ella lo que es amistad de lo que es atracción, y lo que es peor, la sensación en mí cuando estoy con ella se parece mucho al amor…También voy a verla ahora este finde. Ella es una muy buena amiga, pero cumple todas las características que me atraen. Además, me acabo de enterar de que duermo en su casa el sábado, ella ha hecho todo lo posible para que esto fuera así porque le gusta pasar tiempo conmigo, dudo que quisiera pasar tiempo conmigo si supiera la lucha que yo tengo…Cada vez que estoy con ella tengo un mes de dudas, más o menos».
Después de quedar con mi amiga escribí a Elena otra vez:
«También tengo una pequeña mala noticia, es sobre mi estado de ánimo. He hecho todo lo posible para no estar revuelta viendo a esa chica, no he dejado que los pensamientos invasivos habitaran en mi cabeza como ellos quieran, no quiero tener una relación sexual con ella, pero desde ayer tengo ganas de echarme a llorar…estoy muy revuelta. Durante todo el fin de semana he mantenido una relación normal con ella, sin tontear (lo cual me ha costado mucho, porque estaba acostumbrada a bromear demasiado con ella) incluso ella me dijo que me veía más seria que otras veces. Tampoco le he dejado que me cuente nada…pero tengo verdaderos problemas con el contacto físico y ayer me dio un abrazo para despedirnos y me dijo que me quería (como un amiga claro), eso toca la fibra sensible de mi corazón. Ahora tengo que batallar con esto… quiero olvidarla de verdad, porque si no, no puedo trabajar otras áreas».
¿Cuál fue la respuesta de Elena?
Jamás hubo una palabra de juicio hacia mí, sólo palabras de ánimo. Me recordó quien era yo: Emma, recuerda quien eres, una chica heterosexual. Puede que esto no te parezca gran cosa, pero esto fue la chispa de un gran incendio en mi cerebro. Nunca me había visto a mi misma con esos ojos. Después de esas dudas contra las que luché me empezó a parecerme poco normal pensar en besar a una chica, por ejemplo, casi hasta me desagradaba pensarlo y no digamos ya pensar en otras cosas.
Ahora ella es solo eso, una buena amiga. Aunque hace algún tiempo que no la veo, mantengo el contacto con ella y sé que no hay atracción, ni obsesión ni nada. Incluso puedo admirar su belleza física sin sentirme menos a su lado y sin querer buscar nada más.
En la medida en que he ido encontrando mi propia feminidad, he dejado de buscarla en otras mujeres, no digo que no haya cosas que seguir trabajando, pero son ya 9 meses en Coaching y mi atracción, está en un nivel casi cerca a la desaparición, lo cual me alegra mucho. Es verdad que nadie dijo que fuera a ser fácil, pero sí merecía la pena.
Sabes, la primera conversación por teléfono que tuve con Elena me invadió una duda ¿de verdad servirá de algo? Ahora estoy feliz de la decisión que tomé, esto lo afirmo desde mi libertad y respetando posturas.
Creo que me he alargado más de lo que pensaba, así que la historia sobre mi mentora te la contaré en la próxima página.