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Conocer y descubrir cuáles son las causas que a ti te han llevado a sufrir heridas interiores es una parte importante del proceso en la conquista de tu identidad.
Quiero compartir varias reflexiones:
- La combinación de varias de estas causas conduce a la persona a experimentar atracción por personas de su mismo sexo, pero no siempre.
- Es muy común que en el desarrollo de cada individuo se hayan podido dar en mayor o menor medida algunas de estas causas comentadas y al mismo tiempo, no experimentar atracción hacia personas del mismo sexo (AMS).
- Por tanto, experimentarlo no es algo «extraño» y no significa que la persona eliga dicha atracción.
- Aunque no experimentemos AMS: ¿Quién de nosotros está libre de haber sufrido alguna/as de estas causas en algún momento de su vida? Este pensamiento nos ayuda a comprender un poco mejor la situación de muchas de personas que experimentan dicha atracción y que desgraciadamente, en algunas ocasiones, encuentran incomprensión y rechazo.
Otras posibles causas que voy a comentar son: el abuso sexual, la herencia familiar y alguna condición que se puede dar durante el proceso de gestación.
El abuso sexual puede conducir a la persona a la homosexualidad
En cuanto nos asomamos a fuentes de investigación sobre abusos sexuales encontramos un porcentaje muy alto de personas que sufrieron en la adolescencia abusos sexuales y que, más adelante desarrollan una actividad homosexual o experimentan atracción por personas de su mismo sexo.
El patrón de comportamiento de un abusador es entablar una relación cercana y de confianza con la víctima, con el niño/a. Si este/a es de temperamento sensible o está sufriendo carencias afectivo-emocionales, las posibilidades de sufrir agresión podrían aumentan ya que un abusador conoce y busca dichas características. Cuando el niño se siente querido, valorado y en confianza cuando está con esta persona, se convierte en “presa» y el abusador da un paso más.
El niño no tiene la capacidad ni la madurez de separar y de entender. El mensaje que recibe es demasiado confuso para su psicología, se mezclan amistad, intimidad, sexo, amor, aprecio.
No es extraño, aunque no necesariamente común, que personas con AMS que asisten a coaching de identidad, después de varias o muchas sesiones, le «salten» recuerdos que estaban ocultos, velados. Uno de esos sucesos que se borraron inconscientemente fue, el abuso sexual sufrido de niños.
La herencia familiar deja huella en cada persona
Ciertas vivencias y problemas que correspondieron a nuestros antepasados de segunda o tercera generación permanecen latentes en el sistema familiar. Son una presencia velada pero real y, pueden influir en cada uno de los miembros de manera diferente.
Eso que quizás sentimos en nosotros o vemos reflejado en nuestros hijos y decimos: “tiene una tendencia o inclinación a ver las cosas de cierta manera…”, es el reflejo de una predisposición o huella.
Esa tendencia innata nos “viene dado” en cierta manera, aunque no completamente. No olvidemos que contamos con el propio temperamento, sumado a todas las vivencias desde que somos concebidos.
Destaco esta posible causa no porque en herencia esté el que una persona sea homosexual, ya que NO está en los genes sentir una inclinación o atracción hacia personas del mismo sexo, sino porque en el centro del desorden afectivo-emotivo de una persona con dicha atracción, está el sentirse raro, no encajar; un sentimiento de rechazo. Esta predisposición en ocasiones influye sutilmente en el sistema familiar.
Nuestra historia personal comienza cuando somos concebidos
Tradicionalmente empezamos a contar años desde que nacemos, este planteamiento nos ha conducido a veces a error y confusión de fundamento. Por ello, quiero fijar la atención en las experiencias intrauterinas.
Las primeras experiencias de un niño son las que tiene cuando empieza a existir, se inicia en su concepción y continúa en su proceso de gestación. Estos son meses que vive en un espacio protegido, pero no sellado. Si durante el embarazo la madre pasa dificultades en su matrimonio, se siente rechazada, no querida etc., esto puede contribuir a la separación del niño respecto de uno o de ambos progenitores, todas estas experiencias también configuran su predisposición y personalidad.
Si en el útero materno experimenta calidez, bienvenida, acogida, es de suponer que la predisposición es de confianza, optimismo, extroversión. Si percibe sufrimiento, contrariedad y hostilidad, el niño en gestación preverá un mundo futuro hostil, gris. Para profundizar en este tema pueden leer el libro: «La vida secreta del niño no nacido» del Dr. Thomas Verny.