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Este artículo es el segundo eslabón de los cuatro que componen la cadena de las posiblescausas de la homosexualidad. Recomiendo leer el primero para tener una visión del tema que estoy tratando en todo su conjunto.
En el primer eslabón me centré en el temperamento, ahora voy a hablar de un aspecto que suele ser una característica muy frecuente y causa de muchas heridas afectivas y percepciones, me refiero a la vinculación afectivo-emocional del niño/a con sus padres.
Algunos padres con hijos con atracción al mismo sexo, se preguntan qué ha ocurrido con su hijo/a, qué han hecho u omitido para que tenga tal atracción. Una cosa es lo que nosotros hacemos u omitimos y otra cómo los demás, en este caso los hijos, lo viven y perciben. Con esto no quiero quitar responsabilidades si las hubiera, es una invitación a que elevamos la mirada y así, podamos comprender la realidad en su conjunto. Cada uno debe hacer sus reflexiones y sacar sus conclusiones.
Los primeros años de vida de un niño/a es cuando se desarrolla la identidad, son “momentos claves” que dejan huella en su psicología, se consolidan los vínculos que quedan arraigados y son de vital importancia para su posterior desarrollo.
Cuando se trabaja en el coaching de identidad, es clave profundizar y descubrir esos vínculos presentes o ausentes para desde ahí, reconstruir la identidad que está quebrada. Vinculación padre-hijo, madre-hija, padre-hija, madre-hijo.
En el caso del sexo masculino concretamente, del año y medio a los tres años es cuando se des-identifica de su madre para crear vínculos con el padre. En el caso de la niña es diferente porque ese vínculo con la madre ya debería estar presente.
El niño pasa por un proceso adicional, dar un paso hacia la masculinidad. Como dice Robert Stoller, de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA): “la masculinidad es un logro”.
El niño nace con sus rasgos definidos, pero su virilidad y masculinidad debe conquistarla. ¿Cómo? Viéndose reflejado como en un espejo en su padre, su punto de referencia. La relación con el padre se convierte en su escuela de aprendizaje ya que con él aprende cómo se comporta, actúa y se relaciona un hombre. Este aprendizaje debe darse en un clima de acogida, cariño y seguridad. Si el niño experimentase a un padre frío, ausente, poco afectivo, pasivo o distante, no logrará vincularse con él y esa lección de vida quedará sin aprender.
Si el niño en lo más profundo de su ser se siente rechazado por el padre y no logra identificarse con él, quedará una mella en su psicología y algo incompleto en su desarrollo afectivo-emocional. En este caso quedaría una «ausencia»que habrá que trabajar posteriormente para que su identidad quede bien definida.
He de decir que lo que observo una y otra vez en muchos de los casos de varones con atracción al mismo sexo es la ausencia de vínculo con su referente masculino.
Vinculación padres/hijos
En la mayoría de los casos de homosexualidad masculina existe una vinculación muy estrecha con la madre y en el caso de homosexualidad femenina debo decir que no siempre es la falta de vinculación con la madre o “excesiva” vinculación por el padre, hay otros aspectos que interfieren que ya comentaremos.
Se puede decir que comúnmente hay una relación importante entre madre e hijo, pero en este caso, me refiero a una sobre-vinculación o sobreprotección de la madre hacia el hijo, que repercute en negativamente en el hijo, ya que podría impedir que este desarrolle toda su personalidad, logre su individuación y por tanto, su identidad se consolide.
El exceso de protección puede darse por varios motivos, entre ellos mencionaré tres:
– La madre ve a su hijo frágil, “blandito”, quizás algo tímido, un niño bueno, inseguro, que quizás sufre alguna enfermedad, su reacción natural es volcarse y protegerle.
– La madre convierte a su hijo en “marido sustituto”. Se siente escuchada y comprendida por él en ausencia de su marido, que quizás no está física, afectiva o emocionalmente presente.
– La madre ha podido provocar un distanciamiento del hijo hacia su padre, haciendo comentarios negativos.
¿Cuáles son los resultados de esta sobreprotección?
– Si el niño pasa “demasiado tiempo” con la madre es posible que haga suyos aspectos femeninos y se des-identifique de rasgos típicamente masculinos creando un desajuste interior. Su masculinidad queda débil y más adelante “confusa» ya que desarrolla una feminidad no propia de su identidad.
– El niño se sentirá a gusto y seguro entre chicas, serán sus mejores amigas y su desarrollo masculino y viril propio de chicos queda truncado o mermado. A ciertas edades puede ser motivo de rechazo por compañeros en el colegio. De esto hablaremos en el próximo artículo.
– El niño no experimenta nunca la necesidad de enfrentarse a nada; ya está su madre para solucionarlo, ella le aparta los obstáculos, siempre está “arropado” y no siente la necesidad de “crecer”, madurar, hacerse mayor y lo grave es que, no aprende a asumir responsabilidades.
– La personalidad que va fraguando no es la de un hombre que enfrenta la dificultad y que lucha por lo que quiere. De hecho, es posible que le cueste saber qué es lo que quiere ya que, no ha tenido la oportunidad de elegir ¡ya lo han hecho por él! Esta realidad es “pasto seguro” para una baja autoestima e imagen personal pobre.
Conocer estas causas es de gran ayuda a la hora de trabajar en el coaching de identidad porque la reconstrucción empieza por el conocimiento de los daños que está sufriendo la persona, es decir las causas que están provocando dificultades en su propio desarrollo.